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Lost in la Concha

Lost in la Concha

El primer recuerdo. (Vacaciones de verano)

Mi primer recuerdo de infancia, o al menos el primero que permanece con cierta nitidez en mi mente, tiene lugar en Donosti, y más concretamente en la playa de la Concha, durante unas vacaciones con mis padres, mis tíos y mi prima Nerea, de mi misma edad.

Tendríamos unos tres años. En mi recuerdo, me veo a mi mismo, pequeñajo, flaco (quién lo diría), con un bañador rojo tipo meyba de la época -1980-, manguitos, cubo, rastrillo y pala; y a mi prima, blanquita, con aspecto de pepona, saltando de la mano de su padre la espuma de las olas junto a la orilla con la cara de velocidad de quien afronta un tsunami. La segunda imagen que me viene a la cabeza es un castillo de arena gigante, de esos que se hacen a base de churretones y que acaban pareciendo la Sagrada Familia, a no más de diez metros a la izquierda de nuestras toallas.

El hecho artístico.

A los tres años, un castillo gigante hecho de churretones es -con perdón- la polla; a esas alturas de la vida, a ti te viene justo para conseguir que tu castillo hecho con el pozal se sostenga. Así que, con el debido permiso materno (todavía no teníamos edad para la rebeldía) y de la mano mi prima y yo nos fuimos a admirar aquella obra de ingeniería incomprensible y a conocer más de cerca a esos nuevos Brunelleschis -un señor calvo con su turbopaquet y los que supongo eran sus hijos, dos preadolescentes de incipientes bigotes-. Finalmente, tras varias vueltas alrededor del castillo y sin duda aturullados ante tamaña maravilla, decidimos volver hacia nuestras toallas.

Menores de edad y orientación. Ese difícil drama.

Es ahí donde comienza la tragedia. Las vueltas en torno al castillo nos despistaron, y emprendimos el camino de regreso a las toallas y al abrigo de la protección materna en dirección contraria. No nos costó mucho reparar en que llevábamos caminando más rato del previsto sin llegar a nuestro destino; sobre todo a mi prima, que a los veinte o treinta metros rompió a berrear desconsolada. Yo, en mi condición de primo mayor (veintidós días más que ella, y por tanto lo más adulto que se podía encontrar en semejante dúo), trataba de mantener la calma con estoicos “no llores, que ya los encontraremos” mientras me temblaba como un flan de los pies a la cabeza.

Evidentemente, pronto llamamos la atención -como para no llamarla- de un matrimonio mayor, que ante mis explicaciones, no muy coherentes, decidieron llevarnos al puesto del socorrista para que nos anunciaran por megafonía.

El rescate.

La siguiente imagen, mientras caminamos por el porche de la playa de la mano de aquel socorrista que en mi memoria mide tres metros y mataría de un soplido a Superman (tiene músculos hasta en las cejas), es la de mi madre corriendo por la playa hacia nosotros a lo Allen Johnson, sin ningún rubor, saltando por encima de cabezas, tumbonas y toallas y gritando “¡Diego, Nerea!” dejándose el alma en cada alarido.

Mi prima, a la que el socorrista, no sin esfuerzo, había convencido de que no pasaba nada y que él iba a encontrar a sus papás, decidió recurrir de nuevo a su colección de hipos y berridos, esta vez aderezados con unos chirriantes y entrecortados “¡ti-a, ti-a!” que casi consiguen reanimar a Sabino Arana.

Nos abrazamos a mi madre como si hubiéramos estado en el frente durante toda la guerra mundial. Supongo que el socorrista dio por resuelto el asunto; a mí a partir de ahí la historia se me nubla y desaparece. Con el tiempo supimos que mi padre y mis tíos se habían dividido para buscarnos, mientras mi madre se desojaba haciendo guardia en las toallas.

No sé si realmente es así o es fruto de mi imaginación; pero creo que aún puedo recordar el olor de mi madre al cogerme en brazos.

2 comentarios

Reno -

Le aseguro que tengo el firme propósito de colaborar en su blog, de darle a usted cierto "feedback", pero observo que esta carreradelsiglo resulta algo frustrante.
Le recomiendo algún contenido algo más atractivo.
¿Qué tal las fotos secretas de RBP en la playa de Cancún? ¿O los papeles secretos del concierto de Shakira? ¿Es cierta la relación entre CB y PS?
Confío plenamente en su talento y sagacidad. Ahora sólo falta que las ponga a funcionar. Déjese de milongas y vayamos al grano.

reno -

Hala, otra de niño perdido en la playa. Debería llamarse usted Chencho.