Crisis de identidad
Al principio, poner un contador en el blog es algo francamente entretenido. Ves cuánta gente te visita, de qué país son, contemplas con alegría y sorpresa como alguien de Taiwán ha ido a parar -por error, si no no se entiende- a tu blog, e incluso curioseas acerca de tonterías tales como si emplean Mozilla o Explorer o que el mayor índice de visitas es el de los martes, en horario de oficina.
Sin embargo, y ahora por fin lo he sabido, lo que uno no intuye en ese feliz comienzo es que tu contador puede convertirse, con el tiempo, en tu propio drama.
Y es que me resulta preocupante comprobar como, visitando las páginas de estadísticas de algunos blogs amigos, las búsquedas de google que terminan en este mi blog -que yo hasta el momento definiría de un tono amable y discreto, en su conjunto- son incuestionablemente mucho más subidas de tono que las de cualquier otro. Así, compruebo no sin cierta envidia como esas búsquedas dirigidas a esos blogs parten de referencias tan elegantes como “trajes regionales de las islas cook”, “Athletic trujillo santa maría la mayor”, “guerra civil Zaragoza”, “replica Silla Wassily en venta”, “curia de Pompeyo” o “hui feng Madrid”, que dignifican enormemente la labor de los autores de los mismos.
Yo, en cambio, si bien podría presumir de algunas entradas de cierta alcurnia (“François Vatel Francia crema chantilly”, “he nacido una noche de verano Aleixandre”, “Calendario cosmopolitan mayo”, “Borja Thyssen” o “web tony genil”), encuentro alarmantes búsquedas que me llevan a preguntarme si realmente La Carrera del Siglo es una bitácora relajada o estoy creando un monstruo, a mitad de camino entre lo gore y lo freaky: “playa preadolescentes”, “anchoas satánicas”, “el olor de mi concha”, “Miriam Díaz Aroca fumando”, el pavoroso “fajas para mujeres guarras” o el durísimo e inclasificable “ancianas ***** (palabra irreproducible) mayores de 80 años”.
Es inevitable que algo así no te genere una relativa crisis de identidad bloguera. Recorres tus viejos posts, preguntándote hasta qué punto será verdad todo eso. Te asustas al recordar que una vez pusiste guarra; te tranquilizas al saber que por concha te referías a la costa guipuzcoana. Vas y vienes, miras, rebuscas; y al final deduces que, como dice Jesús Bonilla en Los Serrano, tienes la mirada sucia, y eres incapaz ya de distinguir el pecado allí donde está patente.
Así que tendré que buscar de nuevo mi camino, alejado de este tono descarriado y evidentemente mezquino, borrando de mi léxico cualquier palabra que pudiera llevarme de regreso por la mala senda. A partir de ahora, que nadie espere otra cosa que tartesos, sinécdoques, dodecafonismo serial, Copenhague, y, como mucho, Marlene Dietrich, si es que algún día me da por hacer un exceso.
3 comentarios
mujer de lluvia -
Saludos
Dieguez -
jcuartero -